Por Marina Alonso
El cantautor francés Manu Chao llegó a Rosario el 28 de noviembre para presentarse en el salón Metropolitano e hizo vibrar con sus temas a la multitud que lo acompañó.
Manu Chao golpea con el micrófono su pecho (del lado del corazón) y suena como si sus latidos amplificados vibraran en el inmenso salón Metropolitano. Transmite lo que siente, su música en vivo es energía en estado puro que sale de su cuerpo, viaja hasta la muchedumbre, que a las 21 estaba apostada en la puerta, tal como lo especificaba la entrada, colectivo humano que le devuelve esa energía multiplicada, en pleno feed-back. Sus tres secuaces de La Ventura también lo experimentan, una incontable cantidad de espectadores (tanto los que participan activamente hasta los que prefieren bailar haciendo la suya en un lugar menos ajetreado) están viviendo la misma sensación. En este punto se entiende el por qué del éxito de este grupo en su performance: la gente entiende que la brecha entre los de arriba del escenario y los de abajo no existe, Manu y sus compañeros bien podrían tranquilamente ser uno más de esos cuerpos exaltados yendo y viniendo en el epicentro del pogo.
Manu Chao el 28 de noviembre en Metropolitano/Por Gastón Valdez |
Manu Chao golpea con el micrófono su pecho (del lado del corazón) y suena como si sus latidos amplificados vibraran en el inmenso salón Metropolitano. Transmite lo que siente, su música en vivo es energía en estado puro que sale de su cuerpo, viaja hasta la muchedumbre, que a las 21 estaba apostada en la puerta, tal como lo especificaba la entrada, colectivo humano que le devuelve esa energía multiplicada, en pleno feed-back. Sus tres secuaces de La Ventura también lo experimentan, una incontable cantidad de espectadores (tanto los que participan activamente hasta los que prefieren bailar haciendo la suya en un lugar menos ajetreado) están viviendo la misma sensación. En este punto se entiende el por qué del éxito de este grupo en su performance: la gente entiende que la brecha entre los de arriba del escenario y los de abajo no existe, Manu y sus compañeros bien podrían tranquilamente ser uno más de esos cuerpos exaltados yendo y viniendo en el epicentro del pogo.
Pero el clima festivo comenzó a asomarse mucho antes
que el cuarteto salga a escena cuando la banda local La Semilla y sus
Narices, armó una buena previa con su set de pocas canciones
pero efectivo, con temas como “Muchacha del sur” o “Pachamama” que generaron
una atmósfera de peña encendida cuando al ritmo de un carnavalito, unificaron
en una ronda gigante a muchas personas tomadas de la mano y bailando
fraternalmente.
Mientras los encargados de organizar el asunto de las
afinaciones de un conjunto de guitarras y los detalles finales de iluminación e
instrumentos hacían su trabajo, el Metropolitano comenzó a mostrarse
superpoblado de un momento para otro. La escenografía incluía un telón colorido
que expresaba consignas en contra de Monsanto y de la megaminería, e imágenes
(como la bicicleta de Pocho) que habla del conocimiento y el compromiso del
artista por difundir valores y conciencia social inherentes a la realidad que
se vive en nuestra ciudad y en el país.
El sound system de Radio Bemba no paró de transmitir su
frecuencia de variable intensidad durante toda la noche (incluso cuando los
músicos abandonaban las tablas durante minutos en un par de ocasiones). Se
engancharon enseguida “Se fuerza la maquina” y “Día luna día pena” y las
palabras inmediatas de Manu Chao sintetizaron
el calor que se sentía en el Metropolitano: “Gracias por el ambiente”.
La
Ventura, además de aportar una
base de bajo poderosa en manos del músico Gambeat, lanza sampleos que
caracterizan las composiciones de Manu Chao, quien formó este proyecto en el
año 2011. Éstos van desde sirenas de patrulleros a locuciones de estación de
tren. A su vez es la voz que además de coros anima como un agitador de masas y
constantemente sostiene en alto los niveles de energía y mantiene al público
arriba. En la consistencia y precisión del baterista Philippe Teboul se apoya
otra de las columnas del cuarteto que tiene al parisino Madjid Fahem Magic en la guitarra.
En medio del calor del Metropolitano (que a más de uno
dejó sin aire) pasaron, continuados, fragmentos entremezclados de “Bongo Bong”,
“Machine gun”, “Desaparecido” y “Por el suelo”, cargados de electricidad y
cerca del desenlace del espectáculo un set de rumbas y folclore gitano se
plasmaron con guitarras electroacústicas en canciones como “El viento”, “La
despedida”, “Minha galera” o “Mala vida” que permitieron lucirse con sus solos
al guitarrista. Cuando la transmisión de Radio Bemba parecía
llegar a su fin, después de un despliegue y una entrega por parte de los cuatro
músicos que no es muy común de observar, ofrendaron en retribución a su publico
una despedida con “La vacaloca” y se retiraron con tanta felicidad que parecían
no querer terminar mas y continuar con el festín hasta quedarse sin fuerzas.
"Gracias por el
corazón”, repetía Manu Chao con
felicidad, los integrantes de la banda experimentaban la misma sensación de
euforia y su gente se mostró satisfecha por un excelente show.
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