Hernán Piquín, bailarín clásico, a minutos de dictar su seminario en Rosario |
*Por María Victoria Rossi* Allí estaban ellas, las alumnas del Estudio de Comedias Musicales, con sus
bolsos de danza preparados y las zapatillas de punta en sus manos, inquietas,
expectantes. La atmósfera estaba imbuida de adrenalina, como si el mismísimo
viento que corría por aquella esquina de Mendoza y Laprida en la que estaban
sentadas esperando supiera de lo que se avecinaba. El gran Teatro El Círculo
iba a ser testigo de uno de esos momentos que quedan guardados en la memoria de
cualquier ser humano que se entrega a un hobbie
con pasión: el primer seminario de danza clásica que Hernan Piquín brindaría en
la localidad de Rosario.
La sala principal del teatro fue colmada por una mezcla de
sensaciones provenientes de las aprendices: emoción, felicidad, alegría; todas
intentaban mostrarse lo más relajadas posible; sus caras demostraban que,
mientras se cambiaban para empezar la clase, repasaban coreografías en su
memoria y buscaban aquel haz de concentración que les sirviera para poder
mantener el equilibrio ante el primer relevélent. El gran bailarín clásico pisó el escenario quince minutos después de
la hora pautada, con una sonrisa delicada que denotaba la tranquilidad propia
de alguien que sabe hacer su trabajo a la perfección y lo disfruta con
compromiso y entrega.
Las piernas de Piquín se movían solas al compás de la
exquisita sinfonía clásica que sonaba, mientras que los 20 aprendices miraban embelesados,
tratando de fijar los conocimientos e imitar los movimientos. Todo, desde sus
indicaciones, pasando por las risas de una secuencia mal realizada, hasta las
butacas vacías que cumplían el rol de espectadoras, tenía un tinte mágico
especial.
Fueron dos horas de reloj intensas, que transcurrieron al
son de acordes especialmente elegidos por Hernán, extraídos de la última obra
de la que forma parte, Nazareno Cruz y el Lobo, producción del Estudio de
Comedias Musicales que funciona en aquel teatro. Las jóvenes bailarinas
quedaron fascinadas con la experiencia, así como el extraordinario bailarín reconocido
a nivel mundial se mostró agradecido por la concurrencia y dejó abierta la
posibilidad de un regreso, mucho más próximo de lo imaginable.
Hernán en Nazareno Cruz y el Lobo, el Musical; en la ciudad de Rosario
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