lunes, 23 de septiembre de 2019

VIOLENCIA Y PASIÓN EN LA GRANJA

Todos los sábados en Rosario “Tom en la granja” plantea una serie de problemáticas con la intolerancia y la homofobia como disparadores. El regreso de un amor perdido y oculto a una comunidad pequeña desata una serie de conflictos que han estado silenciados en una familia que atraviesa un duelo.

CRÉDITO: Albertina Bélico

La noche llega y con ella, el azul se convierte en protagonista. Algunas nubes parecen asomarse a lo lejos y difuminar el cielo rosarino. En Entre Ríos entre San Juan y San Luis una pequeña puerta a la que le sigue un extenso y angosto pasillo da paso a una pequeña y oscura sala. En sus asientos descansan algunas frazadas grises que tienen como función abrigar a los espectadores durante la hora y media que dura la función. Murmullos y risas acompañan la lectura de los folletos que dejan ver el nombre "Tom en la granja”.
Los cuatro actores en escena.
Las personas que encarnan a los personajes son cuatro, dos hombres y dos mujeres y la historia gira en torno a un escenario oscurecido por la violencia. Tom, confundido y avasallado por el dolor de una pérdida, llega a una granja perdida en el vacío donde finalmente los cuatro personajes se reúnen por un muerto que alguna vez fue un buen amante, un hijo que escapó, un hermano triste y negado y un falso novio. Los movimientos del actor que interpreta al protagonista de la historia al compás de su cabellera larga y negra logran captar la atención de los presentes, quienes parecen estar sintiendo el mismo dolor que Aquiles Pelanda, quien no sólo se encarga de darle vida a Tom sino también es el propio director de la obra.
Peleas, pasión y llanto forman parte del repertorio de escenas. La obra discute, debate e interpela. Se pregunta: ¿Qué es lo verdadero? ¿Cuáles son los límites de alguien que dedica su vida a la negación? ¿Por qué existen aún recovecos del mundo donde los seres humanos no pueden todavía elegir ni reivindicar sus formas de amor?. Mientras que Leandro Iossa y Lucía Dominissini, Francis y Agatha respectivamente, recrean escenas representado a la madre y hermano del fallecido, los espectadores parecen sentir cada vez más comodidad y a lo lejos puede verse como más de la mitad de la sala disfruta del abrigo que el grupo de teatro independiente ofrece como comodidad. La cuarta y última en aparecer en el escenario es Paula Luraschi quien interpreta a Sara, la supuesta "novia" que en realidad es amiga del protagonista y aparece para salvarlo del tenebroso lugar.


Saludo final.
Un desenlace tétrico y perverso hace poner de pie a las personas presentes para aplaudir. Incluso Michel Marc Bouchard, el autor de este drama tratado con ironía y tintes de comedia que invitan a reírse pero también cruzan la fina barrera de la conmoción. Tras tomarse un avión desde Canadá para asistir a la última función, logra articular algunas pequeñas palabras en español. Saluda a uno por uno a quienes durante una hora y media dejan sus vidas atrás y vuelven a nacer en distintos personajes. De a poco las luces blancas de la sala se encienden y los espectadores desaparecen por aquella angosta puerta. Pero ya no son los mismos que antes. Ahora se replantean nuevas temáticas: la homosexualidad, los misterios, lo perverso y lo reprimido.

Fuentes:
- elciudadanoweb.com
- rosario3.com