El
ex líder de los Redonditos de Ricota brindó su último recital del 2011.
Fue, también, la despedida del
disco "El Perfume de la Tempestad", tercero en su carrera como
solista.
Por Agustina Busquets
La quinta visita de Carlos Indio Solari a Tandil para encabezar una cita rockera que excede largamente lo
musical, fue una fiesta de encuentros y ratificaciones de cara a una multitud
de más de 80 mil personas que le dieron
forma a una nueva edición de la “misa pagana” quienes volvieron al Hipódromo de
esta ciudad del sudeste de la provincia de Buenos Aires.
Pasadas las 22, el artista calvo de 62 años, dio por
comenzado el segmento sonoro de un ritual que sus seguidores iniciaron desde
las primeras horas del día trasladándose hasta Tandil y copando los
alojamientos, campings y parajes del lugar y de sus alrededores.
Fue su quinta excursión
tandilense (tres como solista y dos con Patricio Rey) y tal vez por eso, en los
días previos, la municipalidad local lo distinguió con el título de
"visitante ilustre". Más cerca del mito que de los reconocimientos
oficiales, el cantante volvió a ponerse al frente de un ritual único
Desde un escenario de calidad
internacional, con pantallas HD y sonido nítido y potente, Solari se mostró
comunicativo y los acordes de “Todos a los botes” sacudieron a
los presentes. Hasta que llegó uno de los puntos altos del recital y una
guitarra apresurada anticipó lo que venía “Superlógico”. Siguieron “Fusilado
por la cruz roja” y “Ella debe estar tan linda”.
"Todos a los botes",
"El tábano en la oreja", "Ceremonia durante la tormenta",
"Pabellón séptimo", "El tesoro de los inocentes" y
"Flight 956", fueron algunas de las canciones de “El tesoro de los
inocentes”, “Porco Rex” y, sobre todo del más reciente “El perfume de la
tempestad”.
Vamos las bandas”, “Juguetes perdidos” y “Un ángel para
tu soledad” formaron parte de un recuerdo revitalizado en el presente por
alguien que puede seguir diciendo aquellas cosas y un público que continúa encendiéndose
con ellas.
Después de "Vuelo
a Sidney", tuvo que hacer un párate, para que su garganta le dejara
llegar a lo último. Cerca del final, aprovechó para despedirse. Lo último, como
es su costumbre, fue el clásico "Ji
ji ji", introducido con un "a ver si hacemos vibrar de nuevo a una
ciudad entera". Y así fue llegando a
provocar un pequeño sismo, con el pogo más multitudinario de estas latitudes.
Dos horas de música, 12
temas ricoteros y 14 solistas, miles de personas custodiadas por 2000 efectivos
de seguridad, fueron algunos de los números de de un recital que de a poco se
esta convirtiendo en un fenómeno del cual no lo soñamos, lo vivimos.
Fuentes:
www.google.com.ar/mapas
www.mundoredondo1.com.ar
www.rock.com.ar
www.taringa.net
www.http://musica.itematika.com
www.youtube.com
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