Camila Zenlussen.
El sabado 26 se presentaron varios números coreográficos de diversos géneros musicales, entre ellos, el de la Academia Salseros y Rumberos Rosario.
Presentación del estilo femenino de la Academia Salseros y Rumberos Rosario en el Teatro Saulo Benavente. PH: Jorgelina Ferreyra. |
El sábado 26 al fin llegó el
gran momento, la coreografía que habían ensayado una y otra vez a lo largo de
todo el año iba a presentarse en la Sala “Saulo Benavente” de Rosario. Era un
grupo de 22 personas de edades muy variadas -desde una joven de 14 años hasta hombres
y mujeres mayores de 50-, más el profesor y coreógrafo Juan Pablo Rizzardi. Él es
quien coordina y dirige la Academia de Salseros y Rumberos Rosario, en la que
se dan clases de ritmos latinos, pero fundamentalmente de Salsa. Es una
academia nueva, en septiembre cumplió su primer aniversario y este baile fue el
primero en representar a la institución. Ese fue otro factor influyente para
alcanzar el alto nivel de energía y de emociones que se vivió esa noche.
La coreografía constaba de tres
ritmos: la primera parte de Merengue bailado por las mujeres, luego entraban
los varones para comenzar la Salsa y, por último, Bachata. Los bailarines
fueron convocados a las 19, y el show estaba programado para las 21, de manera
que el público comenzó a llegar a las 20.30. Era una noche en la que también se
presentaban coreografías de otras academias y de diversos ritmos: Tango, Brasilero, Urbano. Las familias y los amigos de todos los que se presentaron
llenaron el teatro. Salseros y Rumberos fue el primer grupo en llegar, y
victoriosamente se apropió de un buen espacio para colocar las pertenencias de
cada uno, las bebidas y en donde las mujeres terminaban de producirse para la
función.
Unos minutos después de la
llegada, y antes de vestirse, a cada grupo se le permitía ensayar una vez en el
escenario, para medir el espacio y probar el piso. Cuando se dirigieron al
escenario, atravesaron las bambalinas y vieron la cantidad de banquetas desde
ahí arriba, quedaron sorprendidos. Varios expresaron el miedo que sintieron,
los nervios: “Y pensar que eso va a estar lleno de gente”, se escucho por lo
bajo. Algunos más asombrados que otros, pero todos predispuestos, se colocaron
en sus lugares para ensayar, una vez más, el baile que ya repetían de memoria.
Todo salió bien. Establecieron sus ubicaciones en el escenario y al terminar
volvieron al salón en donde estaban.
Mujeres maquillándose, otras peinándose,
parejas practicando pasos de baile, algunos sacando fotos y filmando las caras
de ansiedad y nervios de los compañeros, otros fumando afuera, algunos sentados
en el piso simplemente esperando el momento. Para las 22 ya estaban todos
listos, sólo restaba esperar el turno para tomar el escenario. El profesor, los
reunió a todos un momento para decir unas palabras, les recordó el esfuerzo y
la dedicación que pusieron a lo largo de todo el año para lograr que esta noche
valga la pena y los alentó a disfrutar el momento, a disfrutar su momento.
Armaron una ronda y luego de colocar todas las manos en el centro gritaron:
¡Salseros y rumberos! La energía que se percibía era muy intensa, una mezcla de
emociones que se plasmaban en cada uno de los rostros.
Al final, el público les brindó
un aplauso caluroso y enérgico. Toda la coreografía salió mejor de lo que
esperaban y si alguno se confundió, nadie lo notó. Aunque unos segundos antes
de comenzar, un pequeño inconveniente técnico asustó un poco a los bailarines.
Cuando las mujeres estaban en sus posiciones para iniciar con el Merengue, la
canción que empezó a sonar no era la correcta. Luego de tres intentos fallidos,
al fin el DJ puso la adecuada. A partir de ese momento, nada importó. Al
terminar, el alivio, la alegría, los abrazos, algunas lágrimas y mucha satisfacción
se adueñaron de los corazones de cada uno de los bailarines. Se trató de aproximadamente
siete minutos en los que 22 personas dejaron todo arriba del escenario.
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