El equipo rosarino pierde la racha victoriosa tras el enfrentamiento con Olimpo.
Jugadores de Rosario Central y Olimpo se disputan la pelota tras el primer empate. Foto: Página oficial de "Futbol para todos" |
Era un lunes por la tarde esplendido y soleado, cuando
jugando de local, el equipo de nuestra ciudad “Rosario Central” se enfrentaba
con los bahienses de “Olimpo” en la fecha 25 del torneo final de la B Nacional.
Las veredas y las calles cortadas, transitadas por miles y
miles de hinchas, con gorros, camisetas, banderas, bombos, globos. Policías
custodiando la zona, medios de televisión, etc. La vista de nuestro rio Paraná
de fondo, y la cancha… el tan conocido “Gigante de Arroyito”, con sus colores
azul y amarillo.
La cancha se llenaba de a poco de hinchas alocados y
entusiasmados por seguir festejando la racha de doce triunfos que venía
teniendo su equipo. Banderas de todo
tipo cubrían todas las tribunas del Gigante de Arroyito: amarillas y azules
(colores del club), frases características de la hinchada, nombres de barrios,
pueblos y ciudades. De a poco las butacas se llenaban una a una de niños,
adolescentes y adultos llevando con orgullo la camiseta de su club.
Y una vez que no quedo el más mínimo espacio en las tribunas
del mismo, que el ambiente se climatizaba con bombos, canciones y gritos de
aliento y esperanza, entraban ellos, los más aclamados de la tarde: los
jugadores. Con un enorme despliegue de papeles, globos, serpentinas, y el
aumento cada vez mayor de los cantos de la hinchada, los canallas saludaban a
su hinchada, y se disponían a darle comienzo a una tarde de emociones.
Y así empezaba con el
hálito de todas las tribunas. Los jugadores dejaban todo en la cancha. A los 3
minutos del comienzo Nahuel Valentini,
jugador de Rosario Central, hacía un gol en contra, poniendo en ventaja al
equipo visitante. Definitivamente, la hinchada sufrió ese gol como nunca, pero
el aliento hacia su equipo seguía estando vivaz como siempre.
El equipo, intentando seguir a tono con la racha ganadora
que venían llevando, siguió buscando el gol durante el primer tiempo, el cual
no pudo darse, pero así y todo no se perdían las esperanzas.
Llegó el momento del entre tiempo, y sus jugadores se
despiden por un momento de su hinchada, recibiendo todo el apoyo, los canticos,
los gritos alentadores de su gente. El entre tiempo se vive distinto… la gente
habla entre ellos, se comentan cosas sobre el partido, sobre los jugadores,
sobre el club de sus amores. Los cantos y el aliento siguen en pie, desde el
comienzo hasta el último minuto. Las canchas de nuestro país se caracterizan
por el pancho, el choripán y la coca.
Y llegaba el momento del segundo tiempo, la entrada de los
jugadores, y de nuevo el aliento eterno y el despliegue de papeles y globos
para el recibimiento de estos. Y era ese el momento de la oportunidad del
rosarino de consagrarse triunfante otra vez, y seguir manteniendo la punta y la
racha ganadora que tenía.
Con un cabezazo letal, nuevamente Valentini empataba
el partido con los bahienses. El abrazo de sus compañeros, y los gritos de la
hinchada. Era gol.
Y así proseguía el encuentro, los jugadores corriendo de
aquí para allá, Miguel Russo, director técnico del equipo, dando indicaciones,
y la hinchada saltando de un costado a otro de las tribunas, abrazándose y
cantando a gritos. Llegaba el momento más esperado, el segundo gol del canalla de
la mano de Javier
Toledo, colocando en ventaja al equipo local. Muchas veces
criticado, pero a fin de cuenta siempre aclamado por su gente, el jugador
cordobés de la ciudad de Marco Juárez
recibía los aplausos de las tribunas.
Pero el festejo se iba a ver estropeado. Otro gol en contra,
llevado adelante por el jugador Rafael Delgado, ponía en empate el encuentro, y
daba a su rival, Olimpo, un considerable premio a pesar de no haber podido
inquietar nunca en los 90 minutos al equipo de Arroyito.
Así se cortaba la impresionante ráfaga de partidos ganados
por los rosarinos, pero seguía conservándose invicto en sus últimas 14
presentaciones y continuaba manteniendo la punta del campeonato. La hinchada,
los barras y todos los partícipes se retiraban algo
decepcionados tras el empate, pero así y todo no dejaban de alentar y de brindarle
el apoyo a los jugadores.
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