Camila Grioni.
Cerca de 80000 mil personas participaron del célebre evento.
El ambiente que se vive una vez
que se entra al predio es de pura alegría. Se pueden observar a familias
caminando, disfrutando de una buena comida en cualquiera de los stans que hay
en la feria, se puede ver a parejas recorriendo el lugar. Todo es diversión,
risas, sonrisas por todos lados. Un lugar muy lindo para estar e ir a pasar un
rato.
El hecho de ir paseando,
recorriendo, probando la comida de distintos tipos de lugares, ver un show de baile típico de brasil, por ejemplo, como fue en mi caso. Primero pasó un grupo de
niñas pequeñas, donde sus pasos eran medio torpes debido a su edad y era algo
muy tierno y dulce de observar. Luego pasaron grupos de mayores, en donde se
puede observar más técnica y profesionalismo en cada paso. Pero lo más destacable
(para mí) de todo esto, es la calidez y el entusiasmo con el que sale cada
bailarina a realizar la danza típica del país que está representando en ese
momento.
Luego de quedarme junto a mi
grupo de amigas un rato largo observando las danzas brasileras decidimos ir a
comer y tomar algo. Acercándonos al puesto de bebidas que servían en Irlanda la música era algo que sonaba de lejos y ya ponía a bailar a cualquier persona.
Había personas que ofrecían a los demás pintarse la cara con los colores del
país: naranja, blanco y verde, o bien, se podía pintar un trébol de cuatro
hojas en la mejilla. Dentro de ese “stand”, donde la música era por demás de
alegre, se notaba a las personas que trabajaban en el bar algo tristes.
Nos comentaron a mis amigas y a
mí, que ese mismo día falleció uno de los bailarines que actuaba esa misma
noche en un accidente automovilístico. “Era muy querido, y estamos demasiado
devastados todos”, comentó en una charla íntima una de las chicas que nos
atendió mientras realizábamos nuestro pedido en el bar. Me quedé tan atónica
que no supe qué decir, porque en momentos así ni un “lo siento” valen.
El resto de la noche me
encontraba paseando por el lugar con un dejo de tristeza que me obligó a volver
a donde se encontraba Irlanda, y por el resto de la noche me quedé sentada en
una de las mesas que habían puesto para que la gente se sentase y pueda
disfrutar de un espectáculo que jamás sucedió. El grupo al que pertenecía el
chico fallecido se encontraba sentado en frente mío, con caras tristes, todos
se miraban sin entender qué había pasado, y se podían oír algunos susurros y
algún que otro llanto. Me animé y me acerqué con la esperanza de poder hablar
más íntimamente con algún miembro, pero ninguno pudo decirme ninguna palabra.
Con tan solo verlos, podías notar
sus sentimientos y emociones, como si fuera algo que traspasaba cualquier
barrera, y ni siquiera el baile típico y la fiesta que se estaba dando arriba
del escenario llevaba a cabo por otro grupo era capaz de sacarles una sonrisa
en medio de tanto dolor.
https://www.youtube.com/watch?v=KctzbPbLAaw inauguración de la Fiesta de Las Colectividades.