jueves, 3 de noviembre de 2011

El delirio surrealista de Dalí


Al igual que hace un decenio aproximadamente, se expuso en el Museo de Bellas Artes Juan B. Castagnino, la muestra de Salvador Dalí titulada “Dalí, los ojos del surrealismo”, aunque esta vez algunas obras se hallaban renovadas y había un importante porcentaje de obras nuevas.

Si se hace referencia al movimiento surrealista, lo primero que viene a la mente es la imagen de Salvador Dalí con su bigote delgado y alargado con un par de moscas posándose sobre él. Su estilo marcadamente personal lo hace reconocible frente a los demás pintores y artistas del mismo movimiento, esto es así porque claramente este fue el objetivo de toda su carrera, resaltar, sobresalir, distinguirse por su originalidad y por su particularidad del aura que rodea a todas sus obras.

Sin duda su objeto era atraer la atención y lo hacía mediante conductas irritantes además de con la magnificencia de sus obras. Fue un personaje extrovertido que amaba Cadaqués y que hizo todo para demostrarle infinito amor y agradecimiento por ser su musa e inspiración a su amada Gala, quién en realidad se llamaba Helene Ivánovna Diakanova, como regalarle y decorarle con sus obras de arte el Castillo de Pubol.

Una mínima parte de sus obras, principalmente serigrafías y grabados acompañados de algunas esculturas y joyas que sumaban aproximadamente trescientas, estuvieron expuestas en el Museo Castagnino de la ciudad de Rosario desde el 9 de septiembre hasta el 23 de octubre de 2011. Las obras abarcan el período que incluye desde 1950 hasta la década de 1980 aunque también incorpora algunos documentos de Dalí niño y joven que no fue nada sencillo conseguirlos y reacondicionarlos para la exhibición.

No había un solo espacio en los muros que no tuviese un cuadro, ellos atiborraban las paredes y algunas esculturas muy delicadamente ubicadas en el centro de las salas parecían tener un imán que atraía la atención a ellas. En una de las salas más grandes se pueden encontrar 10 objetos bellos y trasparentes que representan a los diez mandamientos. Sus joyas originalmente diseñadas se escondían en algunos rincones de las salas más pequeñas, pero lo que pasa más desapercibido es una diminuta muestra muy peculiar de su enorme arrogancia y narcisismo que es la Tabla Comparativa de los mejores pintores, en la cual él es el quinto y debajo suyo está, por supuesto, Pablo Picasso. Sostenía que le ganaba cómodamente al representante del cubismo en originalidad y misterio, sobre todo por ser el surrealismo en persona. Como Salvador decía: “el surrealismo soy yo”.

Finalmente, luego del largo y atrapante recorrido, que dura aproximadamente dos horas (si se quiere aunque sea mínimamente intentar comprender el contenido de sus obras), en una luminosa sala se exhibe una breve bibliografía del irregular recorrido de sus pasos que siguió para llegar a ser el principal representante del surrealismo y un ícono del arte moderno. Además se exponen una selección de fotografías del libro “El ojo invisible – Enrique Sabater fotografías a Salvador Dalí” en las cuelas se encuentra con su mujer Gala en su casa durante los últimos años de su vida.


Fuentes

http://www.lacapital.com.ar/

http://www.revistaenie.clarin.com/

http://www.biografiasyvidas.com/biografia/d/dali.htm


Di Liscia, Emilia.

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