lunes, 20 de octubre de 2014

Subidos al crucero de Peña

Por Clarisa Fittipaldi

“Vale todo”, la adaptación argentina del famoso musical “Anything goes”, narra un disparatado viaje en barco transcurrido en los años 30´.

El elenco bailando la canción principal de la obra "Todo da igual"

“Vale Todo”, el musical ambientado en un crucero de la década del 30´ y protagonizado por Florencia Peña, Enrique Pinti y Diego Ramos, debutó a sala llena en el Teatro Broadway  el pasado viernes 25 de junio a las 21:30.

Faltaban más de 15 minutos para que la función comenzara, pero las más de 700 butacas que componen la platea del lugar ya se encontraban repletas.  Personas de todas las edades y sexos se encontraban allí para ver con sus propios ojos el espectáculo que triunfó en Mar del Plata y arrasó con los premios Estrella de Mar. Con cuatro sillas, dos mesas, y el telón aún bajo (que se levantaría recién en la siguiente escena para dejar al descubierto el imponente barco que caracteriza la escenografía del musical), inició el espectáculo  que habría de hacer reír, cantar y mover los pies a cada uno de los presentes durante más de dos horas.  

Al tercer cuadro de esta adaptación nacional del musical “Anything goes”, había algo que ya resultaba muy obvio. A pesar de la marquesina que los ubica a Peña, Pinti y Ramos en el mismo lugar, la capitana de este barco que dieron a llamar “Vale Todo” es la actriz, quien a casi diez años de Casados con Hijos todavía tiene dificultades para desprenderse de su rol como la extravagante Moni Argento. No obstante, a la audiencia pareció no importarle ya que cada vez que la comediante recreaba uno de los guiños típicos de su ex personaje, los espectadores estallaban en carcajadas.

Finalizada la obra, todo el teatro se puso de pié para aplaudir durante varios minutos a los 35 artistas en escena, aunque, claro está, los más ovacionados fueron los tres protagonistas. Cuando por fin se bajó el telón completamente y ya no quedó nadie más por aclamar, el público procedió a retirarse. Algunos con cierta tristeza en sus rostros, tal vez porque, a pesar de su extensa duración, no querían que el musical terminara aún. La mayoría, sin embargo, se levantaban de sus asientos felices de que los 300 pesos gastados hubieran valido la pena y hasta a más de uno se lo podía escuchar tararear o cantar: “Si de repente vale todo, lo apruebo de cualquier modo, y no está mal… ¡Todo da igual!”.


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